Hay quien dice que está a favor del aborto, yo, así dicho, no puedo compartir esa afirmación.
Otra cosa, y es mi caso, es estar a favor de que sea la mujer quien decida y no la psiquiatría o la Ley.
Porque con el aborto, nos encontramos ante uno de los casos más flagrantes de hipocresía legal que existen.
La ley actual del aborto contempla tres supuestos para abortar: grave peligro para la vida o salud física o psíquica de la embarazada; embarazo por violación, y presunción de graves taras físicas o psíquicas para el feto.
Es decir, que se puede abortar pero la decisión no la toma la mujer, la toma el médico, porque ¿cómo se determina el grave peligro para la salud psíquica?
El legislador debió pensar, dejo abierta una puerta a la subjetividad, pero como no me fío del uso que las mujeres puedan hacer de ella, pongo un filtro médico. Es decir, sí pero no.
Lo mismo está ocurriendo con la polémica de los 16-18 años, como no quiero entrar a fondo en el debate sobre la legalidad del aborto, lo enmaraño con esta cuestión.
No creo que nadie desee abortar, nadie lo va a utilizar nunca como método de planificación familiar, el aborto es la salida más traumática para la mujer, nunca su primera opción.
Dejémonos pues de hipocresías, quien crea que tiene que penalizarse, que lo diga, y quien crea que no, que lo diga también y abogue por una regularización digna y adaptada a la realidad, es decir, por una Ley de plazos. Ya hablaremos luego de 16, 18, o de lo que haga falta.